Is 11,1-10; Sal 71;Rm 15,4-9; Mt 3,1-12

Aparece “la voz que clama en el desierto”, es decir, Juan el Bautista, el precursor, para recordarnos que el Adviento también (¡cómo no!) es tiempo de conversión. San Pablo nos da la clave de esa conversión para este tiempo: tenemos que prepararnos para acoger no sólo al Señor, sino a los hermanos, a cada hermano, porque, como dice el prefacio III de este tiempo de Adviento: “El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro  encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio
de la esperanza dichosa de su reino”. Que así sea

 

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Domingo II Adviento 2025