EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: ¿Cuáles son mis “lepras? ¿El egoísmo, la envidia, la tristeza, el malmeter a los demás?
Señor, si quieres…¡límpiame! Jesús toca la carne enferma y la sana. Estemos seguros de su respuesta.
Buen domingo para todos/as.