Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-40

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Vamos a la otra orilla».

Dejando a la gente, se lo llevaron en la barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
—«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?».

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
—«¡Silencio, cállate!».

El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
—«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?».

Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
—«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».

Palabra del Señor.

Comentario: ¿Qué me dice este relato? Por si  ayuda en tu reflexión, te ofrezco dos  pistas: El mar (el lago en este caso) es símbolo del mal, y la barca simboliza la Iglesia.  Piensa ahora y respóndete: ¿V0y en la barca?, ¿me asusta el mar- el mal?, ¿me acobardo fácilmente?, ¿mi fe es demasiado pobre?. Aprovecha para rezar con ganas a Aquel que provoca el asombro de los discípulos y que, aunque pueda parecer a veces lo contrario, sí va en la barca y no está dormido… porque ¡le importas, le importamos, mucho! 

Feliz domingo y buena semana para todos.

Domingo XII del Tiempo Ordinario