HIMNO: Jesucristo, Palabra del Padre, luz eterna de todo creyente: ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde. Cuando el mundo dormía en tinieblas, en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra, esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas, sólo anhela tu pronto regreso; si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio. Con María, la Iglesia te aguarda con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela, para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria, que podamos salir a tu encuentro y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1, 1-8

Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»;                                                                                                             se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén.
Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes
y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme
para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

Palabra del Señor

DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO