Himno: ¿Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro, con soledad y llanto,
y tú, rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados y los ahora tristes y afligidos, a tus pechos criados,
de Ti desposeídos, ¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura, que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura ¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado ¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto, ¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube envidiosa aun deste breve gozo, ¿qué te quejas? ¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas! ¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! (Fray Luis de León)
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
Palabra del Señor.
COMENTARIO: ¡Gran fiesta!, hermanas y hermanos. Cristo “regresa” al Padre, al cielo, también con su humanidad. Y, en su ascensión, también nos “lleva” a nosotros.
El, la cabeza; nosotros, miembros de su Cuerpo. El cielo es nuestra meta y será morada definitiva. Cristo ha cumplido el encargo de Dios Padre; ahora nos toca a nosotros seguir con su tarea.
Recemos con fuerza y confianza: ¡Ven, Espíritu Santo!
ORACIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza,
porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza,
esperamos llegar también nosotros, como miembros de su cuerpo.
Por Jesucristo, NUESTRO SEÑOR. Amén