Secuencia:
Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la victima propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es vida, triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?
A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortajas.
Resucitó de veras mi amor y mi esperanza; venid a Galilea, allí el Señor aguarda, allí veréis los suyos la Gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás Resucitado, la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. Amén. Aleluya.
Recordemos el final del Evangelio de este segundo domingo -Domingo de la misericordia-: “Felices, dichosos, bienaventurados los que crean sin haber visto”.
Y si queremos seguir rezando cualquier día en la atardecida:
“Porque anochece ya, porque es tarde, Dios mío, porque temo perder las huellas del camino,
no me dejes tan solo y quédate conmigo.
Porque he sido rebelde y he buscado el peligro y escudriñé curioso las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor, y quédate conmigo.
Porque ardo en sed de ti y en hambre de tu trigo, ven, siéntate a mi mesa, bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde! ¡Quédate al fin conmigo!” Amén.